A pesar de ser una rama de la fisioterapia bastante desconocida por el público general, la fisioterapia en la ATM está adquiriendo mucha importancia en los últimos años debido al aumento de patologías y trastornos en esta articulación, estrechamente relacionadas con trastornos o dolor cervical y factores psicológicos como el estrés crónico o la ansiedad.
Dentro de este apartado podemos encontrar patologías como el bruxismo diurno y nocturno, dolor a la apertura o cierre mandibular, chasquidos dolorosos de la mandíbula e hipoestesia y/o dolor de la región orofacial entre otros.
Un error es pensar del fisioterapeuta como un masajista y que este masaje es la única y más potente herramienta que tenemos. En la ATM no iba a ser diferente. Pero, ¿cómo se trabaja con fisioterapia en esta zona? Es difícil resumir en un artículo corto pero aquí tienes un pequeño adelanto de lo que te puedes encontrar en la sesión.
Lo primero es valorar las capacidades y la sintomatología del paciente; hacer un buen razonamiento es clave para que el tratamiento sea efectivo. En el caso de la articulación temporomandibular (ATM) valoramos el movimiento en cantidad y calidad de la apertura y cierre de la mandíbula así como las sensaciones que tiene la persona al realizarlas, además de explorar otras regiones como la cervical.
Posteriormente podemos realizar técnicas dirigidas a la musculatura masticatoria o movilizar la propia articulación con el objetivo de reducir la tensión percibida o para mejorar la dinámica entre sus estructuras. Estas técnicas son importantes a corto y medio plazo para cambiar la percepción del paciente y mejorar su calidad de vida, pero no son la herramienta más potente que tenemos.
Las herramientas más potentes son los ejercicios, especialmente importantes a largo plazo y los que consiguen cambios duraderos. Dependiendo de la sintomatología del paciente los ejercicios pueden estar destinados a relajar la musculatura masticatoria, aumentar la fuerza o mejorar la estabilidad de la mandíbula.
El tratamiento de fisioterapia no acaba cuando termina la sesión, requiere un trabajo por parte del paciente para garantizar que los cambios conseguidos se mantengan a largo plazo.
